Nuestro objetivo cuando nos vamos a la cama es dormir y descansar, y tal vez soñar. Si la calidad del sueño no es buena, nos despertamos cansados, nos sentimos somnolientos durante el día y el resultado es bajo rendimiento y mal humor.

Para dormir bien necesitamos algunos requisitos, como un dormitorio a una temperatura adecuada, a oscuras y en silencio, pero también lo que comemos o bebemos afecta al sueño. Es sabido que las bebidas que contienen cafeína, como el té, el café y algunos refrescos, nos ponen en estado de alerta y activos, todo lo contrario de lo que pretendemos al ir a dormir, pero hay muchos otros alimentos que, tomados antes de ir a la cama, también pueden alterar la calidad del sueño por distintos motivos. Por ejemplo, el alcohol provoca somnolencia, pero el sueño es tan ligero que no resulta nada reparador.